Europa es el hogar de un patrimonio único. Europa es el lugar donde las naciones se nutren y protegen sus culturas, sus tradiciones; el lugar donde se defiende la libertad, la soberanía y la independencia; el lugar donde prosperan las personas, las familias y las comunidades. Nuestro hogar común europeo es nuestro pasado y nuestro futuro. Estos valores compartidos nos dieron la fuerza para superar los regímenes totalitarios y la opresión extranjera. Estos valores son los que dieron nacimiento a las democracias prósperas que disfrutamos en la actualidad.

Poco después de la Segunda Guerra Mundial se hizo realidad el sueño de proteger estos valores y estas democracias en una familia de naciones europeas que cooperarían unas con otras. Los europeos se unieron para construir una comunidad de naciones, una asociación de democracias nacionales donde se promovería la paz y la prosperidad.

Tras el derrocamiento del comunismo y la influencia extranjera a finales de siglo, la mayor parte de Europa pudo unirse en este esfuerzo histórico. Pero esta noble visión, la de una comunidad de estados soberanos trabajando en cooperación, está siendo traicionada. El llamado “proyecto europeo” está fuera de control.

Ya no se ve como una asociación de democracias nacionales por parte de los miembros del cártel de Bruselas, sino que ven a la Unión Europea como el comienzo de un nuevo Superestado, que ejerce un nuevo dominio sobre sus Estados miembros. La Unión Europea está cada vez más centralizada y cada vez más alejada de los pueblos de Europa. Sin embargo, a pesar de sus constantes demandas de poder y control, la Unión Europea ha fracasado de manera repetida en su intento de abordar las principales crisis económicas, sociales y de seguridad de nuestro tiempo.

El futuro de Europa pende de un hilo. Los pueblos de Europa quieren que sus democracias nacionales cooperen entre sí en una comunidad de Estados soberanos; no quieren que sus países sean sustituidos por un único “país llamado Europa”.

Nos enfrentamos a un momento crucial de la historia europea. El ultimátum presentado por el cartel de Bruselas es inaceptable para aquellos que creemos en la democracia nacional. Nos dicen que es “más Europa o no Europa”. Pero hay más opciones. Hay un camino mejor.

Es hora de restaurar el ideal de una Europa que respete la soberanía de nuestras democracias nacionales. Es hora de reconstruir nuestra comunidad de una Europa de respeto mutuo, cooperación y solidaridad. Es hora de una nueva esperanza para Europa.